Resulta que en esta tarde nos unía algo más que una incómoda y muchas hipócrita amistad. Ella se había enterado de que tenía un weblog, yo le confirmé la información y decidió que debía hacer algo.
-¿Tienes idea de a cuantas mujeres le faltan el respeto en este país?-
Honestamente no tenía idea de los números:
"74% de Mujeres en nuestro país son maltratadas por sus propias parejas.
76 % de las Mujeres agredidas reportan que la agresión física es más común que la psicológica.
79% de las Mujeres agredidas NO denuncia el hecho a ningún tipo de autoridad."
Para cuando termninó de decirme las estadísticas se dio cuenta que casi estaba gritando y yo sólo la observaba, asombrada.
"Y de esas mujeres agredidas... El 10% asegura que su pareja la empujó, el 8% que la cacheteó, el 7% que la agarró a puñetazos, el 4% que ha sido atacada a patadas, el 1% que intentaron estrangularla y el 0.5% que la atacaron con un cuchillo... ¡Con un cuchillo Juana!"
Realmente estaba indignada, siempre me pareció una mujer serena, de esas que parecieran aburrirse de tan sólo mirarte hablar, era demasiado inteligente para pelear y muy mujer para dejar de conseguir algo que quería.
-Entiendo, no sabía que era así...-
-Es que nadie lo sabe y si lo saben no lo dicen... y si lo dicen es sólo para posar en la foto con un madre golpeada para alguna campaña política-
Tomó un gran sorbo de Milkshake y se recostó en la silla.
-Es increíble, ir en el micro y ver como una niña de 15 años es manoseada por un hombre que podría ser su padre-
Movía la cabeza en señal de negación.
-Es cosa de todos los días, hace un par de año estaba en Miraflores tomando un micro, la 5C creo que era. Me senté en una de esas sillas que parecen pegadas con goma en el asiento de adelante y a mi lado se sentó un hombre, delgado, de piel quemada, parecía andar dormido. Unas cuadras más allá el carro se detuvo y subió un grupo de niñas vestidas con su uniforme escolar, ninguna pasaba de los 11 años, sonreía se carcajeaban... tu sabes como somos a edad-
Sonreí.
-Lo sé- Me devolvió la sonrisa.
-El hombre que estaba sentado a mi lado se puso de pie, las niñas se sentaron justo atrás de nosotros, una de ella, la más pequeña iba sentada con las manitos sobre su regazo. El hombre se puso de pie y se colocó junto a ella, entonces... allí en el micro lleno de gente a las 12 y algo del día se empezó a masturbar, junto a la niña-
-¿QUE?- Gritó indignada escupiendo un poco del Milkshake que estaba bebiendo.
-Aparentemente la niña no sabía que ocurría, pero el tipo se acercaba más y más a la niña, como si buscara que fuera parte de su perversión... Me puse de pie casi aplastando a todo el que obtruyera el espacio y lo único que atiné a hacer fue a empujarlo con cada centímetro de su fuerza, peso y altura. El imbécil salió disparado contra el suelo del micro, la niñita estaba llorando, obviamente no sabía que había sucedido, pero imaginaba que era algo malo-
-Pero que mierda pueden ser estos enfermos- Dijo.
Me gustaba escucharla hablar así, me hacía sentir más confianza entre nosotros.
- En fin, le grité al cobrador, al conductor por su indiferencia y al grito de "TE JURO QUE SI TE PARAS TE MATO!" me planté en la puerta mirando al enfermo tirado en el suelo, tomándose el brazo como si le doliera. Hice bajar a las niñas, el cobrador agarró del cuello al tipo y lo empezó a sacudir como esperando que despertara, las niñas y yo bajamos en medio de la pista y en la esquina la niña que seguía llorando me abrazó. Les pregunté donde vivían, afortunadamente vivían en San Juan de Miraflores, no era tan lejos. Detuve un taxi y le expliqué brevemente lo que había pasado al conductor, le pagué por adelantado y algo más por si las niñas querían bajarse antes y le dije que las dejara en la puerta de su casa y las viera entrar, me abrazaron. La niña seguía llorando. Yo quería ver si todavía alcanzaba el micro para cumplir mi amenaza de matar al tipo del micro-
-¿No te digo? Es que esos que agreden o se aprovechan de niñas mujeres no tienen arreglo... -
Podía ver su indignación.
-Sabes que opino igual que tú... no tengas miedo de decirme lo que estás pensando solo porque no te parece correcto. Sabes que yo soy de la idea de que la mujer debe portar un arma, creo en la pena de muerte para violadores y asesinos y soy acérrima creyente del "Justicia por mano propia". Así que nada de lo que digas me va a horrorizar- Me acerqué con los brazos cruzados a la mesa.
-... Deberían matarlos, a cada violador o agresor. Si tuviera la oportunidad lo haría yo misma. ¡Te juro que daría lo que fuera por tener la oportunidad de encontrarme con uno de esos lacras y darme el lujo de matarlo! ¡10 minutos es todo lo que necesito! ¡Torturarlo! ¡Hacerlo sentir ese dolor! Me enferma...-
Tenía sus uñas rojas clavadas en la palma de sus manos, realmente sentía lo que decía.
-Es tarde amiga...- Dije mirando la ventana. Sonriendo.
Suspiró y terminó su milkshake.
-Gracias por el Milkshake, supongo que la sgt. vez iremos al Coney Park ¿No?- Dijo sarcásticamente.
-Me leíste la mente- Me ponía la casaca y dejaba el milkshake en la mesa.
Me acerqué a abrazarla, ella llevaba una blusa verde agua y un pantalón de vestir negro. Estiraba los brazos sonriendo, la abrazé colocando mis brazos alrededor de su cuello y su hombro derecho, se rio y presioné un poco el brazo que se encontraba en su cuello.
-¡Au!-
Gritó, me asustó, pensé que le había hecho daño.
Miré su cuello y apartando la tela vi su piel enrojecida, con pequeñas rayas de sangre ya seca, era una impresión en su piel, larga con agujeros, provocada por el salvaje y reciente golpe de un cinturón.