martes, 24 de marzo de 2009

Segunda conversación nocturna (1ra Parte)

Otra noche más...

Me volví a encontrar con él vía messenger y hablamos; aquí la primera parte de este segundo encuentro que se dió hace días:

2da Conversación Nocturna con un vampiro del cual ustedes probablemente no sepan mucho




Mi mente estaba llena de números, fechas y responsabilidades que últimamente convertían mi vida en un carrusel que cada cierto tiempo se marea peligrosamente.

Cansada, sentada mirando el monitor de la computadora; bostezo antes de apagar la luz de la habitación, me gusta sentirme envuelta por la oscuridad de la madrugada, desde hace unos meses me hace sentir… segura.

Todos dormían como de costumbre, yo; me disponía a hacer lo mismo. Apoyo mi mano sobre el ratón de la computadora y cierro las ventanas en las que había estado trabajando, dirijo el puntero del ratón hacia la opción de apagar la computadora, ese brillo intenso de la pantalla me molesta.

- Rodrigo Christian Blaine de Quijandría ha iniciado sesión –

Mis dedos se detuvieron justo a tiempo para leer la ventana que se abrió en medio de la pantalla; ¿Será posible?.

Acerqué mi rostro a la pantalla para estar segura de que se tratara de él, era él sin duda. Esta vez no me hablaba, sólo estaba allí, flotando como una figura inerte en el universo paralelo que es el Internet.

No quise perder la oportunidad, me acomodé en la silla y coloqué las manos nuevamente sobre el teclado, mis dedos, como si tuvieran voluntad propia, escribieron.

Juana Olazábal:
¿Buenas Noches?

Esperaba una respuesta, una señal que me hiciera saber que nuestro último encuentro no había sido un sueño, mi corazón latía con rapidez, me parecía tan extraño haberlo encontrado esa noche, sin más fanfarria que mi torpeza al escribir y no saber qué pensar en ese momento.

Rodrigo Christian Blaine de Quijandría:
Buenas Noches.
Te Recuerdo.

Me estremecí y mordí los labios, me había respondido y lo que me sorprendía más aún, ¡Me recordaba!.

Juana Olazábal:
Me siento avergonzada, realmente se acuerda de mí? Ha pasado bastante tiempo desde que conversamos.


Rodrigo Christian Blaine de Quijandría:
Lo recuerdo. Deben haber sido unos cuantos meses.

Meses en los cuales yo no había hecho más que pellizcarme periódicamente para averiguar si realmente había conversado con un vampiro. Con AQUEL vampiro.

Rodrigo Christian Blaine de Quijandría:
Ha llegado a mí el rumor de que aquella conversación entre nosotros fue publicada en algún tipo de diario virtual.

Una sonrisa bastante ridícula se dibujó en mi rostro. Él, Blaine, sabía que había publicado nuestra conversación en mi weblog, estaba avergonzada, ¿Cómo un vampiro de más de 200 años se entera de algo así?. Nuestra conversación era parte de ese mundo difícil de comprender que llaman Internet.

Pensé en Miguel Ángel, que era quien le ayudaba a escribir y corregir sus memorias.

Juana Olazábal:
Debe habérselo comentado su editor; Miguel Ángel, pensé que nunca volvería a conversar con usted, así que decidí subir nuestra conversación a diario virtual.
Conversar con alguien como usted no es algo que me pase todos los días.

Me justificaba torpemente. Muy en el fondo; sabía que lo había hecho por presumir la experiencia de haber conversado con él, aunque fuera sólo por una nohe.

Rodrigo Christian Blaine de Quijandría:
Nunca debemos pensar de esa manera. El tiempo tiene guardadas muchas sorpresas. Miguel Ángel no me comentó nada.

Fue Cassiano.

El gusta de leer historias de vampiros creadas por humanos.

Suspiré; recogí el cabello que me caía sobre los hombros y lo enrede con un gancho. Sentí que mi corazón no podría latir más fuerte; Cassiano, me hablaba de Casiano, otro vampiro del cual sabía mucho, había sido él quien había caído en mi diario a leer lo que había yo escrito acerca de Christian.

Sus palabras me gustaban, “El tiempo tiene guardadas muchas sorpresas”, cuánto me gustó esa frase.

Rodrigo Christian Blaine de Quijandría:

Digamos que... se divierte con ellas.
Fue él quien me lo comentó, para ser precisos.

Por lo que había leído de Cassiano, tenía en mi mente una imagen digna de un retrato hecho por Rembrandt, hermoso, etéreo y misterioso.

La idea de que alguien como él leyera algo escrito por mi me produjo un profundo e irracional placer. Pero sobre todo... verguenza.

Juana Olazábal Gómez:
Ahora me siento incluso más avergonzada, ¿Cassiano? También he leído mucho sobre él, incluso he podido leer las primeras hojas de sus memorias, no sabía que el utilizaba el Internet.

No sabía si estaba metiendo en problema a Miguel Ángel, el editor, pues había sido él quien me alcanzaba los avances escritos por Christian o Cassiano para leerlos.

Rodrigo Christian Blaine de Quijandría:
Miguel Ángel sí me comentó que algunas de las hojas escritas por Cassiano han sido mostradas. Debo suponer que usted ha sido la afortunada. He tenido la oportunidad de leer un par de páginas de ese trabajo. Cassiano autorizó que alguien más, aparte de Miguel Ángel las leyera. Él es así. Disfruta del reconocimiento.

Me pareció que hablaba de él con confianza y hasta podría aventurarme a decir que se refería a Cassiano con cariño, si es que acaso era posible eso.

Mi mente estaba en blanco pero mis dedos seguían moviéndose presionando nerviosamente las teclas como si pensaran por sí mismos.

Juana Olazábal:
Y yo disfruto leyéndo lo que él escribe, a pesar de haber escrito pocas hojas aún pude notar que su personalidad es muy distinta a la de usted.

Era cierto, había algo en la memoria de estos vampiros que me resultaba irresistible, quizás el modo encantador en el que estaban escritas o su humanidad reflejada en sus vivencias y por supuesto su misterio y oscuridad.

Rodrigo Christian Blaine de Quijandría:
Prefiero no hablar de él sino está presente. Estuvo acompañándome durante el día. Hace algunas horas se retiró de aquí.
Y sí... Definitivamente somos desiguales.

Eran tan cortés que me hacía sentir el ser más vulgar sobre la tierra, Cassiano y él eran amigos, ¿No es poético acaso? Una amistad entre 2 seres así, por más años de los que un humano podría pensar, mi percepción de la amistad se cuestionaba.

Juana Olazábal:
¿Puedo preguntarle algo? Va a tener que disculpar mi curiosidad pero quiero saber más acerca de usted, no puedo evitar que miles de preguntas vengan a mi cabeza cuando pienso en ti.

“¿En ti?”, “¿Cuándo pienso en ti?”. Dios mío ¿acababa yo de tutear a un vampiro de más de 200 años? No es otro mortal simple, era Blaine. Mis dedos tropezaban en las teclas para disculparme, sólo atiné a morderme los labios cómo castigando mi error.

Juana Olazábal:
Perdón, usted.


Rodrigo Christian Blaine de Quijandría:
Es claro que una mortal tenga dudas. En el mundo real no es común toparse con alguien como yo. No tengo problema alguno en que tenga cuestionamientos.

Me tenía paciencia, siempre esperaba una respuesta evasiva o cortante de él; por el contrario, siempre era bastante amable y encantador, como ahora, que me daba permiso para meterme en su mundo.

Rodrigo Christian Blaine de Quijandría:
Adelante.

Retiré mis manos del teclado, las crucé sobre mi regazo y pensé detenidamente en qué le podría preguntar a quien ha visto todo lo que alguien podría ver.

1 comentario:

Micky Bane dijo...

Qué bonito... quiero leer el resto.