martes, 7 de abril de 2009

Aprendiz

Relato sin más inspiración que un par de
rostros y un repentino sentimiento de morbosidad que ya comprenderan en las
siguientes partes, denle la bienvenida a este nuevo hijo, prematuro que aquí
presento.
Su llegada
-¿Qué? No te entiendo ¿A quién le dispararon?- El ruido del otro teléfono que estaba en el escritorio dificultaba la audición, todos corrían de un lado a otro mientras una mano femenina cubría una oreja para tratar de entender lo que interlocutor decía.

-¿A la vieja? ... No... ¡Ah! ¡Ah la chibola! Ya pues, mejor, traeme la historia ¿Si? Ya, ya no me interesa, quiero verte aquí a las 6pm- Un tiroteo en una calle del centro de Lima era la noticia central en todos los canales de televisión, la noticia se había desmembrado cual ciervo y los leones con más dinero y accesibilidad al público ya se habían llevado las presas más grandes y le restaba a los pequeño carroñeros; los diarios, encontrar entre los charcos de sangre algo que sea posible explotar en primera plana y fotografiar sin problema alguno.

-¿Si? ¿Qué deseas?- La secretaria soltaba su lima de uñas y levanta la mirada para observar de
pies a cabeza a una jovencita de sonrisa discreta y tímida, estaba de pie frente al escritorio de la secretaria sosteniendo un folder lleno de hojas, llevaba ropa oscura y una boina que la hacía ver adorable.

-Buenos Días, estoy buscando a la Srta. Peña- Dijo sonriendole a la secretaria de uñas rojas.

-Ah... Si está, pero está hablando por teléfono ah!- La secretaria tenía ese tono de voz de niña atrapada en el cuerpo de una adulta bien alimentada, llevaba el cabello rubio cenizo n°14 amarrado en un moño sobre la cabeza.

-La esperaré, Gracias- Se dio media vuelta y se dirigió hacía el pasillo, la secretaria hizo un gesto de incomodidad con los ojos y siguió limándose las uñas.

La joven se sentó en una de las sillas que se encontraban en el pasillo, se quitó la boina y la colocó sobre su regazo, se le notaba nerviosa, pensaba en que éste era su primer trabajo como periodista; al meno lo sería si la aceptaban como reportera o algún cargo menor, era un sueño que siempre había tenido y hoy podía cumplirse.

-¿Hasta que hora tengo que esperar la nota de fútbol? ¿Tan difícil es sacarle unas palabras a uno de esos borrachos que juegan con nuestra bandera en el pecho?- Su presencia era intimidante, era una mujer alta y además usaba tacones alto, sastre color plateado y el cabello bien planchado y suelto moviéndose al ritmo de sus pasos.

-Pero el cierre es a las 10 de la noche...- Dijo una tímida voz proveniente de un fotógrafo delgad y de tez bronceada, llevaba una enorme cámara oscura colgada del cuello.

-¡Por eso! Tienes una hora para terminar eso... ¡Anda al hotel! ¡Métete a sus casas! ¡Disfrazate de ruca si es necesario! ... pero me traes eso- Su voz era como el bramido de un toro, escándalosa, potente y fuerte, parecía un toro que se abría paso por el pasillo.

-Srta. Peña, una chiquita la está buscando- La secretaria de uñas rojas se había puesto de pie y haciendo malabares con sus descomunales tacos rojos de charol seguía el paso de la mujer de a voz potente.
-¿Chiquita?- Su voz cambió de tono y detuvo el paso; a su alrededor un enjambre de reporteros, fotografos y demás se detuvieron y esperaron una reacción.
-Si Srta. un jovencita- Dijo la secretaria con esa voz irritante.
Todos esperaban alguna reacción, o tan sólo querían saber de que se trataba eso.

-Ah, ya llegó, dile que pase a mi oficina- Alguien le alcanzó un folder lleno de fotos, lo tomó; dio media vuelta y se perdió en los pasillos para llegar a su oficina.

La secretaria se quedó de pie sobre la alfombra azul, luciendo su pantalón rojo de vestir y esa blusa bastante apretada de color blanco que le gustaba usar.

Volteó hacia las sillas del pasillo, bajó sus lentes de carey hasta la punta de su nariz y dijo exhalando en tono de agotamiento y soberbia - Sígueme -

La jovencita se puso de pie apresuradamente, estrujó la boina entre sus manos como calmando los nervios y siguió a la secretaria.

Al salir del pasillo entraron a un laberinto de pequeñas oficinas de madera bastante silencioso, a menos que se abriera alguna puerta que dejara escapar el sonido de los teléfonos, el tecleo en las computadoras o las canciones a todo volumen que usaban algunos para concentrarse al escribir, corregir o editar.

-Entra que te está esperando- La secretaria no cerraba la boca para hablar solo separaba los labios como cuidando que el lapiz labial rojo que llevaba puesto no se corra.

Abrió la puerta y la luz del sol ceguó a la joven, un enorme escritorio color marrón en una especiosa oficina color chocolate con sillones cómodos a simple vista.

-Te estaba esperando...- La mujer se había abierto el saco plateado que llevaba puesto y dejaba ver una blusa blanca sujeta con tirantes al pantalón plateado, parecía sacada de una revista de modas. El rostro de la jovencita de pie bajo el dintel de la puerta reflejaba miedo y sorpresa.

-Eres tú ¿Cierto? ¿La chica de la universidad? ¿La reportera?- La señalaba con un folder lleno de fotos que llevaba en la mano y había venido ojeando.

-Ah?... Disculpe, si, s-soy yo, mi nombre es Angela Ramirez - La joven dio un paso hacia adelante y extendió su mano exageradamente ofreciéndole un saludo.

-Mucho Gusto Angela, mi nombre es Fabiola Peña y soy la directora de esta revista, es decir... tu jefa y por el momento única aliada en esta jungla - Sacudió su mano fuertemente, proyectaba seguridad en cada palabra.
Fabiola miraba fijamente a Angela como buscandoalgun defecto a primera vista.

- Y... ¿Qué es lo que tengo que hacer aquí?-

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