jueves, 9 de julio de 2009

(Dos besos) El primero



Érase una vez una explosión de poros.
Inesperada como aquellos accidentes
que tanto se disfrutan.

Con aroma a inercia y tinte febril
se despide la jornada con
algo que nunca antes se había
plasmado.

Érase una vez, una mano curiosa,
que dejaba entrever que quizás yo
no era yo, era una estadística.

Inerte mi consciencia le abre paso
a la empolvada indecencia
que entrega lo que restaba de mi
resistencia por completo al
perpetrador.


La cercanía me transmitía
fuerza con la que nunca habría
querido soñar.

Sentimiento potente
que inunda lo poco de
piel inexplotada que le queda
a mi ser.

Mil cosas cruzando la mente,
mente que no responde,
que no piensa, que no razona
más allá del sentimiento
de placer que pueda provocar
la aspereza de unas manos.


Y no me opongo, cual hoja o cual
plomo caigo sin saberlo de manera
vertical a aquello que desde
lo profundo de mi mente se me
prohibía hacer.


Érase una vez, una mente
que reacciona.
Cuando menos lo esperas.
Su sonido te despierta.
Cual alarma de emergencia
crepita en mis oídos.
"¿Qué haces?" me pregunta.
Para luego fundirse en el olvido.


Retrocedo a mi pesar.
Me desenvuelvo de los hilos
rojos sin pensar,
en que quizás... no sea
importante.


Nada más.
(Juana)

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