sábado, 1 de agosto de 2009

2 Amigas conversan (y toman café)


-Indiferencia, chola- Me decía mientras sacaba el cigarro de la cajita blanca de cartón, agitando su mano para enfatizar.
-¿Indiferencia?- Dije mientras abría la tapa de plástico del café que acababa de recibir en el mostrador; siempre pensé que si se equivocaban dándome un café distinto al que había pedido me darían alguna de esas tacitas que promocionan gratis. Para compensar el error.

-Claro... Ignóralo- Sin dirigirme la mirada, dirige su mano a la silla vacía que no separa, abre su cartera negra; combinada con los zapatos de tacón 12; saca del bolso un encendedor dorado, de esos que al abrirlos sueltan la llamita.

-No es fácil ignorarlo ¿Sabes? Es cuestión... No lo sé, es difícil- Mi amiga enciende el cigarro que sostenía entre los dedos y aguantando el humo en la garganta me señala.

-Juanita, nada nunca ha sido difícil o jodido para ti. Dale, es cuestión de plantarte con fuerza, deja de hablarle... en one- Y es que si pienso en retrospectiva, tiene cierto ¿Hay algo que nos abstenga de decir "no"? Pues no, es bastante fácil.

-Tienes que recordar que esos no se acuerdan de nosotras a menos que sientan nuestra ausencia- Me dijo cruzando las piernas y soltando el humo del cigarro hacia el techo.

Yo sostenía la taza de café con ambas manos, hacía frío.

-Mira cholita, sé que es jodido pero es cosa de firmeza, no lo llames ¡Te estoy diciendo! No lo llames, piérdete, sal con amigas, ¡Ocupáte de tu cachascán ese por el que me has tirado arroz tantas veces pues!- Me miraba abriendo sus ya de por si enormes ojos marrones.

-Lucha Libre amiga mía... lucha libre- Dije sonriendo y sorbiendo otro poco de café.

-Lo que sea... - Realmente le tenía sin cuidado el asunto de la lucha libre, tomó un sorbo de su pequeño vaso de jugo de naranja. El mozo llegó con un platito cuadrado en el cual venía sentado cachosamente mi sandwich de pollo deshilachado con pecanas.

-Que rico... ¿Quieres?- Le señalaba con el tenedor el plato, ofreciéndole el sandwich mientras el mozo dejaba el plato en la mesa.

-Maldita... la dieta me tiene loca, come tú nomás...-

"Bien", pensé. Mi amiga hacía dieta hace 7 años cuando la conocí y aún hoy, sigue en ello.

-Bueno mujer ¡Fuerza! No lo llames... tu puedes tener al hombre que desees... Eres escritora!-

-Si- Dije en voz baja, mientras trataba de no morir atragantada con un trozo de sandwich.

-Eres profesores de inglés ¡Mujer eres la chica de 19 años más exitosa que conozco!-

-Lo sé- Dije yo sonriendo y guiñando un ojo.

-Así que vas a ir para tu casa y vas a ocupar esa exitosa mente en otras cosas -

-¡Si! ¡Tienes Razón!- Respondí militarmente

-¡Que nos extrañen carajo! ¡Que sientan nuestra ausencia y llamen ellos!- Dijo ella en tono revolucionario sosteniendo el cigarro sobre su cabeza.

-¡Exacto! ¿Yo porqué tendría que llamarlo? ¡Que me busque él!- Poco faltaba para que mi amiga se subiera a una de las mesas del café a convocar un mitin.

-Perfecto mujer ¡Ha sido un gusto esta salida! ¡Tenemos que repetirla!- Mi amiga me abraza, y se despide con un último "¡Fuerza!" En la puerta del Café.

Ella, toma un taxi y se despide por la ventana, aún se veían en nuestros ojos el momento feminista que habíamos pasado.

Yo, me abotono el saco y camino hasta mi casa, pensando en las palabras de mi querida amiga una y otra vez, analizando su mensaje y su último "¡Fuerza!".

Llovía como nunca en la ciudad, todo parecía predestinado, las ideas fluían con las gotas de lluvia que mojaban mi cabello.

Saco las llaves de la casa de mi bolsillo izquierdo y las introduzco en la puerta, abro la puerta principal de la casa.

Atravieso el pasadizo y cuelgo mi saco en el perchero.

-Ah...- Suspiro como retirándome un peso de la espalda.

Me sacudo el cabello frente al espejo y me observo unos segundos.

Me siento en el sillón de la sala y sosteniendo el auricular, marco su número en el teléfono...

-"Hola... soy yo. Sólo quería saber como estabas"-