martes, 3 de marzo de 2009

Época


Hubo una época en la que una mujer podía gritar sus sentimientos sin sentirse culpable, época en la que podíamos correr sabiendo que amabamos o odiabamos a alguien y no teníamos miedo alguno de expresar lo que nuestros frágiles cuerpos sentían.
Desde esa gloriosa época, recuperé un fragmento de tiempo que llega como poema:

Amor Real

No puedo mentir.
No puedo mirarte a los ojos y decir que mi amor es eterno.
No puedo prometer romance Shakespearesco y sin final.
No puedo jurar arrodillada sobre rosales que tu piel es único huésped en mis nocturnos deseos.


No puedo sostener aros mientras balancea mi sollozante melen
a promesas incompletas de amores pasados.


Hemos sobrevivido a la furia de los incandescentes amaneceres, a la calma de las tormentas y a la profundidad de aquello que muchos consideran superficial.

¿Nos imaginas siendo felices para siempre?
¿Estamos hechos para ser felices en nuestro castillo sub-urbano construido sobre laureles?

Quizás amor mío, fuimos hechos sólo para sufrir, somos una fugaz prueba de cupido, somos una gota de ambrosía que resbaló del cuenco de los Dioses, aquel del que beben cuando desean amar, burlándose de la impotencia de los mortales.

No estamos hechos para ser e
ternos.

No fuimos hechos el uno para el otro.

No somos almas gemelas.

N
o fuimos hechos para ser felices.


Fuimos hechas para noches como esta.


Esta humeante y escasa noche de hotel.



Estoy cansada, estoy feliz pero insatisfecha, si tan sólo pudiera ...

Adiós.

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